Tranquilo, recostado en una silla, observas que el último grano de arena del reloj ha caído, indicando que el tiempo ya se ha cumplido. Sabías que ese momento llegaría. Las palabras sepultadas quedaron y los hechos marcaban la verdad. El tren que te llevará a tu destino está a punto de llegar y tu con la mirada fija en el horizonte esperas en silencio.
Una cálida voz susurra a tu oído: "he venido por ti, hiciste un gran trabajo, estoy orgulloso de lo que lograste, pero tengo otros planes para tu vida, no puedes quedarte en este lugar". Con obediencia escuchas y entiendes que tu misión ha concluido.
Te levantas lentamente, el tren espera por ti, te acercas poco a poco y cuando te encuentras frente al tren entiendes no hay marcha atrás. por un instante titubeas pero nuevamente aquella voz susurra: "ya es hora de irnos, entiende que ese último grano de arena ha caído por mi voluntad. Tu tarea no consiste en quedarte en sus vidas, tu objetivo era transformar sus corazones y enseñarles a amar. No debes preocuparte, pues ya que les entregaste mi mensaje ellos estarán bien, yo me haré cargo de ahora en adelante.
Ahora yo sanaré las heridas de tu alma y corazón, porque aún te esperan mil batallas y en todas estaré contigo.
El tren se pone en marcha, diste lo mejor, no llevas equipaje alguno más que tu alma, donde guardas tus alegrías, penas y tristezas que de ahora en adelante serán experiencias en este viaje inédito hacia un camino incierto.
Comentarios